señor , si , señor!!

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Monserrat conviviendo con Chapultepec 09

Monitor y Letras

Alienación por las letras

martes, 22 de septiembre de 2009

Grinchadas (como odio a los pitufos)


Los amigos, supuestamente deben de estar cuando los necesitas. Deben de preocuparse por ti todo el tiempo, y regalarte fragmentos de su vida cotidiana, pasar tiempo contigo, hacerte sonreír y reconfortarte en momentos tristes. Se debe de cultivar una amistad día con día, no dejar pasar el tiempo de largo, pues finalmente, se enfría la relación y simplemente llega el momento donde no te interesa. Al menos así me pasa a mí. Pero, ¿que pasa cuando los amigos simplemente nos hablan cuando nos quieren platicar un logro personal? o cuando se la pasan discutiendo el por que les va tan mal en su vida amorosa, sin dejarte opinar o decir algo, solamente quieren ser escuchados, pero no quieren escuchar lo que tu tienes que decir. Lamentablemente eso pasa, y me ha pasado, y cada vez que pasa quiero menos a la gente que me rodea. Te llaman para saber "como estás" pero en realidad quieren contarte sus mil y un aventuras, a lo que tu solamente respondes con un "apoco?, aja, ¿y luego?" pues sinceramente estas hasta la madre de que solo para eso te busquen. Digo, los amigos, tienen que estar en todo momento, y lo más importante, tienen que interesarse en las cosas que haces, poner empeño en formar parte de tu vida. No solamente poner empeño en empeñarse en hartarte con el empeño que le ponen a sus cosas,a su vida profesional y a sus decepciones amorosas. ARRG.Últimamente, he reflexionado, y siempre pienso que tal vez soy demasiado extraña como para poder comprender lo que es una amistad y lo que significa escuchar los problemas de los demás sin estar pensando "no me pases tu mala vibra". Yo siempre he pensado que soy un ser solitario al que le gusta estar rodeado de gente en ocasiones. Pero al final del día la gente siempre se va y uno termina quedándose completamente solo, si acaso con tu perro acostado en tus pies sobre la cama.Actualmente, no puedo recordar el nombre de algun "amigo". O no sé si no me interesa saber de gente a la que le va mejor que a mi , tomándo en cuenta el año fatídico que me urge que se termine.Lo que si sé, es que cuando mi etapa de Grinch de 14 de febrero pase, podre volver a decir con una sonrisa forzada en los labios que "tengo buenos amigos" jaja. La familia, por otro lado, son los verdaderos amigos que siempre velan por nosotros incondicionalmente. A mi me calan los huesos las cursilerías, las palabras ocasionales y forzadas, soy una escéptica ante muchas cosas y una ingenua ante muchas otras. Lo que si puedo decir, es que realmente no conozco a mis amigos, y a veces creo que nunca los llegaré a conocer, como ellos tampoco me conocen, y afirmo al cien por ciento, que nunca me llegarán a conocer.Monserrat Espín22/09/09

lunes, 21 de septiembre de 2009

El rey ha muerto (más no aún mis paranoias)

Crónica de una muerte global.

Me despedí de mis amigos del Conservatorio y alcancé corriendo el pequeño microbús verde con blanco que dejaba leer en su ventana frontal el elegante letrerito “satélite valle dorado”. Le pagué al chofer con una de diez y le dije con un tono casual “a valle”, me devolvió dos pesos y comencé a buscar lugar entre los asientos del camioncito que me transportaría a mis adorados suburbios.
Encontré lugar en la banca grande de la parte de atrás, junto a la ventana, un lugar perfecto para ir observando el camino y escuchando el Réquiem de Mozart en especial, debido a que al día siguiente el Dr. Miranda[1] daría una clase abierta acerca de esta valiosa pieza de la música académica. Quería escucharlo para ver según yo “que le encontraba” y así disfrutar mejor la cátedra del Doctor. Prendí el Ipod y comenzó a escucharse el Kyrie eleison; siempre me ha emocionado el Kyrie eleison de éste Réquiem, no sé porque a ciencia cierta, pero me conmueve.
Sintiendo la piel de gallina por culpa de los barítonos del réquiem, noté como una mirada colectiva de asombro y desconcierto se apoderaba de los pasajeros que me acompañaban esa tarde en mi camino a casa, intuí que era por algo que habían escuchado en la radio del chofer. Me quité el audífono del oído izquierdo para saciar mi curiosidad chismosil: “Está confirmado, Michael Jackson ha muerto, el cantante tenía apenas 50 años…” ¿¿¡¡QUE!!?? Inmediatamente, saqué de la bolsa izquierda de mis jeans (levys) mi teléfono celular (Sony Ericsson) y le escribí un mensaje de texto a mi mejor amigo “La cultura pop ha perdido uno de sus más grandes iconos, no ma, ya se murió Michael Jackson!!”. Send.
No podía creer lo que estaba escuchando, y no precisamente por ser una fanática asidua del Rey, simplemente pensé que la cultura pop había perdido a uno de sus más grandes íconos, y me puse a pensar en la vida escandalosa del buen MJ, en sus cambios de color, pero también en la fragilidad de la vida, en lo fácil que es perderla. Apenas había escuchado días atrás que Michael se preparaba para una serie de conciertos en Inglaterra, no se la esperaba, no sabía que la muerte estaba respirando detrás de él.
Comencé a pensar en las grandes personalidades de la música que han muerto en los últimos años, y supuse que debió de ser bastante triste la noticia para los jóvenes de su época cuando perdieron al Rey Lagarto[2], o a Kurt Cobain. Inexplicablemente me sentí triste, pues la idea recurrente de la muerte estaba en mi cerebro, regresaba de un momento a otro y daba vueltas en mi cabeza como perro correteándose la cola.
Me sentía con miedo; con un miedo que me recorría los huesos aquel jueves fatídico, nunca debí de pensar en la fragilidad de la vida humana (bueh, de cualquier tipo de vida), pues ahora todas las personas que abordaban el camioncito me parecían asaltantes en potencia que de un momento a otro gritarían ¡Ora si hijos de la chingada, esto es un asalto!, o peor aún, tal vez abordaría en Naucalpan o sus alrededores un asesino serial de sangre muy fría y me bajaría del micro, me amarraría, me subiría a una camioneta blanca con rayones grises, me daría el tiro de gracia en la cabezota o mejor aún, de unas dos o tres puñaladas me abriría la panza para sacarme las tripas, guardar mi piel y después confeccionarse un bonito bolso de mano (muy a lo Ed Gein[3]). Por un momento pensé que cualquier galán que se subía esa tarde-noche al micro, tenía cara de Ted Bundy[4] y en una sucia treta acabaría con mi vida.
Me detuve a pensar por un momento que sería bueno que dejara de leer acerca de asesinos seriales. No, realmente me apasiona el tema. La paranoia es el precio que tengo que pagar por disfrutar de la lectura de las biografías de éstos torcidos personajes, que la mayoría de las veces, no son más que víctimas que posteriormente se convierten en victimarios.
Todo el camino estuve temerosa, pensando en que tenía que caminar todavía seis calles para llegar a mi casa cuando me bajara del micrito. Me baje del transporte y corrí para llegar sana y salva, para que no me alcanzara ningún Richard Ramírez[5]. Pensaba en los narco satánicos[6] y en lo triste que se pondrían mis papás si tuvieran que ir a reconocer mi cuerpo despedazado a la morgue del Ministerio Público. Por fin llegue. Sonreí mientras abría la puerta de mi casa, supongo que ese jueves no era mi día para morir, pero si lo fue de Michael Jackson.
Subí corriendo las escaleras de mi casa para intercambiar opiniones con mis papás acerca de la muerte de Jackson. Como era de esperarse ellos ya estaban enterados pues la noticia recorrió el mundo rápidamente gracias a los efectos globales de los medios de comunicación. Mi madre dijo “Yo si sentí feo, era un icono de la música y el mejor bailarín de sus tiempos” mi padre solamente se limito a decir “A mí me da igual” y yo me fui a mi cuarto diciéndome entre dientes “bueno, todavía nos queda Madonna”.
Al día siguiente de la muerte del Rey, me levanté temprano para descargar en mi aparatejo musical las pocas canciones que tengo en mi PC de Michael: Billie Jean, Smooth Criminal, Thriller, Stranger in Moscow y Black or White. De camino al conservatorio, me fui escuchando una y otra vez las canciones que alguna vez fueron éxitos mundiales (creo que aún lo son), y de repente volteaba hacia la ventanilla del camión y observaba en todos los puestos de periódicos fotografías en primera plana de MJ parado sobre las puntas de sus pies, fotografías haciendo el moonwalker.
El periódico “El Grafico”, mostraba solamente los pies de Michael y debajo se podía leer “ya bailó”. Llegué al Conservatorio y fue recibida con un “qué mal lo de Michael Jackson”, diferentes personas comentaban que la noche del día anterior se habían dedicado a escuchar los éxitos del disco “Thriller”, y otras tantas decían que de camino al Conservatorio inundaron su auto con las vibraciones de los mejores éxitos de éste gran artista. Me sorprendió la manera en la que les había tocado la muerte de un popero y me sentí reconfortada “a fin de cuentas, son víctimas de la cultura pop, aunque sean músicos de Conservatorio” pensé con una sonrisa de satisfacción en los labios.
Mi mejor amigo, un musicólogo, estaba triste y notablemente contrariado “es que ¿Por qué?” decía mientras sostenía sus fotocopias del Réquiem de Mozart que en unos minutos íbamos a analizar de la mano del Dr. Miranda, por un momento mi amigo de entraña insinuó que le dedicaba esta clase de análisis al réquiem a Michael Jackson. Mientras platicábamos rumbo a la sala 34, los comentarios de desaprobación hacia el rey del pop no se hicieron esperar, y es que una pianista afirmaba que él se opero para volverse blanco “no existe esa operación, Michael estaba enfermo” dijo mi amigo con un tono de defensor de los muertos y se volvió hacia mí con una mirada de genuina tristeza.
Llegamos a la sala y nos perdimos entre las notas del Réquiem, entre la estructura, entre los mitos que lo rodean y al menos yo, por unas cuantas horas, removí de mi cabeza a Michael, a la idea de la muerte en un microbús, y el temor de los asesinos en serie que me acechan en cada esquina y de los cuáles puedo escapar gracias a mi conocimiento del tema. Disfruté el Réquiem.
Y es que no yo era una gran fan de Michael Jackson, lo confieso, pero en cuanto a mi generación respecta, crecí escuchando el pegajoso beat de billie jean, también me espante en repetidas ocasiones viendo el video de la sobrevalorada Thriller en Mtv y me ponía los pelos de punta la macabra voz de Vincent Price diciendo por encima del ritmo ochentero de la canción: “Darkness falls across the land, the midnight hour is close at the hand, creatures crawl in search for blood…”, y ¡cómo no!, también llegue a coleccionar los vasos de pepsi del tour “Dangerous” (según mi tía Silvia, ella correteaba el camión de la pepsi junto con su comadre para poder intercambiar las fichas y taparroscas por los enormes vasos). Como olvidar el tema de Liberen a Willy, y por supuesto, crecí con la ilusión de alguna vez corretear por los jardines de Neverland.
Ahora solo basta esperar a que la noticia se difumine de la sociedad, pero sé que un icono de la magnitud del Rey del Pop no saldrá de la cultura nunca. Siempre se recordaran sus escándalos y su música por igual. Solo basta despedir al Rey, a sabiendas de que nunca nadie llegara a ese nivel, y es que solamente una estrella de ese tamaño se atrevió a ponerse calcetas blancas y anchas con pantalones de vestir negros y zapatos de charol brillantes.
Muerto el Rey ¡Viva el Rey!
Hasta Siempre Michael Jackson, Rey del Pop. (1958-2009)


Monserrat Espín
30/09/2009

[1] Director del Conservatorio Nacional de Música de México.
[2] Jim Morrison. Vocalista del grupo The Doors
[3] Asesino en serie que gustaba de despellejar a sus víctimas para poder confeccionarse ropa de mujer con ésta piel removida y mal oliente. Este personaje ha inspirado demasiadas películas de ficción hollywoodenses, como “El silencio de los inocentes”, “La masacre de Texas” y la novela “Psicosis” de Alfred Hitchock, que posteriormente fue llevada a la pantalla grande.
[4] Gracias a éste asesino se utilizo por primera vez el término Asesino Serial (o en serie). Gracias a su aspecto de galán, engañaba a mujeres para poder violarles y posteriormente estrangularlas, apuñalarlas o matarlas a golpes.
[5] Este asesino, afirmaba tener pactos con satanás, y por ello asesinaba a sangre fría. Pensaba que nunca lo aprehenderían gracias al poder que patas de cabra le había proveído. También le conocían como el Night Stalker (el merodeador nocturno)
[6] Secta de narcotraficantes que realizaban sacrificios humanos.

Perruneses


"quisiera ser la persona que mi perro cree que soy"

Los perros. Fieles compañeros en los peores momentos y receptores de energía en los buenos ratos. Los hay de todo tipo; chicos, grandes, de raza, criollos, latosos, tranquilos, etc. Pero todos tienen una cosa en común, todos son los mejores amigos que se pueden tener.

Hasta hace poco, hacía mentalmente un recuento de todos los perros que han pasado por mi vida y recordaba como cada uno de ellos tiene un lugar muy especial en mi corazón y en mi historia. Nunca me olvidaré de ellos. Todos han sido los más queridos, y los más extrañados.

Recuerdo a Chivigón, el fox terrier, por ser el perro mas veterano, aquel con el que jugabamos a las escondidillas, el que nos acompañaba a la tienda cargando su vejez encima, al que le dabamos mi hermana y yo besos en el hocico sin importar que estuviera sucio.Cuentan las malas lenguas, que Chivi tenia pedigree, a lo cual a mis tres años de edad respondi "es que nunca lo bañan". Chivigón que en cada cuadra de la colonia tenía un nombre diferente gracias a sus vagancias, en la carnicería le llamaban pinto, los niños le decían apache, otros cuantos le llamaban chaparro, pero el siempre supo, desde el fondo de su corazón, que su nombre era Chivigón. Murió a los quince años, y todos lloramos su ausencia, a fin de cuentas, era un miembro de la familia.

Recuerdo también a Canica, una perrita maltés, hermosa, obediente y educada. Chismosa como ella sola. No tengo una memoria clara de ella haciendo travesuras, siempre fue muy bien portada y entendida. Llego en mi adolescencia y sirvió para distraerme de todos los dramas juveniles que se sucitaban a mi alrededor. Llenó la casa de alegría cuando nacieron sus cachorros, y dejo llanto y mi tristeza cuando desapareció de la casa. Algunos cuentan que se la robaron, iba embarazada. Espero que haya tenido una buena vida, a la que ella estaba acostumbrada, aún así , Canica ( o canseca, caniquita) siempre siguió las reglas perrunas de la casa: no meterse, no subirse a los sillones, no dormir adentro, mucho menos dormir en mi cama, no comer las sobras, etc. Este donde este canica se le extraña.

Después, recuerdo al mejor perro que he tenido, aquel compañero que literalmente lloraba conmigo, llego a mi vida en una época donde más necesitaba consuelo y amistad incondicional. Así es como recuerdo al Tango. Cocker inglés blanco con manchitas cafés. Loco de remate, atrabancado, artístico, de paladar exigente. Como olvidar al perro que me hacía reir con sus tonterías, al que me hacía feliz con su ternura y su protección y de vez en vez me hacía enojar con sus necedades y excentricidades.
Raro ver un perro, llenarse el hocico de croquetas, sacarlas del plato y comerlas del suelo, o como olvidar la maña preferida de mi Tango, sentarse en los pies de mi hermana y mirarla desde abajo. Mordía las llaves, mordía los recibos, se comía las mantecadas con todo y papel, se subia a los sillones y corria de uno a otro, nunca maduró. Bueno, tan especial mi perro, que tocaba el piano cuando nadie lo veía, se subia a la silla y ponía sus dos patas en las teclas de mi piano. Intentaba aprender de menos. Cuando me disponía a respasar mis lecciones de piano, Tango se quedaba acostado debajo de la silla, tranquilo y guardián, durmiendo ante mis tropiezos en la música y arrullandolo con mis bien tocadas obras. Víctima muchas veces del coraje de mi familia, le llamaban "castroso", mi madre le recitaba el refran "mucho miedo y poca madre", Tango no gustaba de caminar sobre el pasto, Tango fue mi mejor perro. El día que se fué, llore desde lo más profundo de mi alma, y los dias que siguieron, segui llorando su ausencia, extrañaba su nariz de goma, su cola de muñon y sus orejas que parecian un bisteck de bola. Aun no perdono totalmente a mi madre por haberlo alejado de mi, ella lo regalo al jardinero bajo el pretexto de que Tango hacia desmanes. Ahora nos comentan que es feliz, y que corretea a las gallinas donde está. Yo preferiría, que Tango estuviera conmigo. Tango, mi perro lindo, mi chiquito precioso, mi bebe chulo, mi nene hermoso, siempre vivira en mi corazon. No hay un solo día que yo no lo recuerde. Fue la mejor ayuda cuando mas necesité un amigo, lloro conmigo y fue feliz conmigo.

Recientemente, ha llegado a mi casa Milka, la schnauzer miniatura. Aquella perrita que me ha sacado de la neurosis cronica en la que vivía. Ha llegado en la mejor etapa para distraerme con sus travesuras y conmoverme con sus negros y redondos ojos. Su nombre literato a propósito del cuento de Chejov. Milka llora cuando me retiro del cuarto. Milka ha roto todas las reglas perrunas de la casa; duerme en mi cama, vive adentro de la casa, sube a la cama de mis papás a cualquier hora. Da miki chula, mi perrita pisiosa, nena, la beba chula, mi bebe. Milka me ha ayudado a tranquilizarme, y ha sobrevivido junto conmigo el trauma de una inundación en la colonia. Milka duerme mucho y se tranquiliza cuando la cargo y la beso, se pone feliz cuando me ve llegar y se pone a llorar cuando me alejo de ella. Milka duerme con la tranquilidad de que nunca la dejaré sola y que nunca la dejaré de querer.

Los perros, despiertan sentimientos profundos en nosotros, lloramos cuando les pasa algo, y nos hacen felices a todas horas. Siempre he dicho que no hay perro feo. Todos ellos son excepcionales, son fieles, son cariñosos y hermosos. Tienen fé en que sus dueños harán lo posible por hacerlos felices. Aún conservan la esperanza de encontrar bondad en los seres humanos. El perro es el mejor amigo del hombre. Por eso, repito la frase que vi escrita en una playera que se encontraba a la venta en la expo can 09 "Quisiera ser algún día, la persona que mi perro cree que soy"...

Gracias por los perros!!!

viernes, 18 de septiembre de 2009

Del Internet

Como es que el internet se volvió una parte fundamental de nuestras vidas y de nuestra historia? No lo sé, bueno, si tiene razones bastantes teóricas, pero sinceramente no quisiera ahondar en ellas.
Es mejor verlo con toque irónico, con una sonrisa a medias en los labios y explicarlo sarcásticamente.
Recuerdo cuantas veces el internet en todas sus modalidades, como el mail, msnger, hi five, o facebook me ha sacado de líos y otras tantas veces me ha metido en problemas de lo mas estúpidos y tontos.
Es como cuando uno esta platicando por msnger con algun amigo o amiga. Les contamos de todo, nuestros sueños y aspiraciones en la vida, les decimos que los estimamos, ah pero eso si, si los vemos en los pasillos de la universidad o de cualquier lugar, les aplicamos friamente "el arte" (si, el arte, aquella acción de ignorar a una persona cuando pasa por nuestro lado, ya sea tomando el celular, viendo para otro lado, bostezando, o en el mejor de los casos fingiendo que leemos un libro o un cartel pegado en la pared, recibe su nombre de "el arte" por que es un fino "arte de hacerse pendejo").
O mejor aún, cuantas veces no hemos tenido peleas llenas de odio por medio del mssnger, mal intepretando un "como te va" o fingiendo que nos estamos carcajeando escribiendo JAJAJA cuando en realidad nuestro semblante es mas serio que el de las pinturas de don Benito Juarez.
Es extraño, pues si no tenemos internet (al menos algunos como yo) nos ponemos mal, como si no tuvieramos comunicación con el mundo exterior, cuando es más facil, hablarle por telefóno a todos aquellos contactos que tenemos y que de vez en cuando bloqueamos para facilitar nuestra vida.
El e mail sirve para diferentes cosas, entre ellas, para terminar con una relación de noviazgo, es más fácil, como todos sabemos, terminar una relación frente a frente es bastante incomodo y cansado, claro , para la parte terminadora.

En fin, siendo mis primeras líneas en este blog, la reflexión acerca de la necesidad de tener internet, ahora me parece frívola y sin sentido... pero, al rato se me pasa.

Monserrat Espín