señor , si , señor!!

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Monserrat conviviendo con Chapultepec 09

Monitor y Letras

Alienación por las letras

lunes, 21 de septiembre de 2009

El rey ha muerto (más no aún mis paranoias)

Crónica de una muerte global.

Me despedí de mis amigos del Conservatorio y alcancé corriendo el pequeño microbús verde con blanco que dejaba leer en su ventana frontal el elegante letrerito “satélite valle dorado”. Le pagué al chofer con una de diez y le dije con un tono casual “a valle”, me devolvió dos pesos y comencé a buscar lugar entre los asientos del camioncito que me transportaría a mis adorados suburbios.
Encontré lugar en la banca grande de la parte de atrás, junto a la ventana, un lugar perfecto para ir observando el camino y escuchando el Réquiem de Mozart en especial, debido a que al día siguiente el Dr. Miranda[1] daría una clase abierta acerca de esta valiosa pieza de la música académica. Quería escucharlo para ver según yo “que le encontraba” y así disfrutar mejor la cátedra del Doctor. Prendí el Ipod y comenzó a escucharse el Kyrie eleison; siempre me ha emocionado el Kyrie eleison de éste Réquiem, no sé porque a ciencia cierta, pero me conmueve.
Sintiendo la piel de gallina por culpa de los barítonos del réquiem, noté como una mirada colectiva de asombro y desconcierto se apoderaba de los pasajeros que me acompañaban esa tarde en mi camino a casa, intuí que era por algo que habían escuchado en la radio del chofer. Me quité el audífono del oído izquierdo para saciar mi curiosidad chismosil: “Está confirmado, Michael Jackson ha muerto, el cantante tenía apenas 50 años…” ¿¿¡¡QUE!!?? Inmediatamente, saqué de la bolsa izquierda de mis jeans (levys) mi teléfono celular (Sony Ericsson) y le escribí un mensaje de texto a mi mejor amigo “La cultura pop ha perdido uno de sus más grandes iconos, no ma, ya se murió Michael Jackson!!”. Send.
No podía creer lo que estaba escuchando, y no precisamente por ser una fanática asidua del Rey, simplemente pensé que la cultura pop había perdido a uno de sus más grandes íconos, y me puse a pensar en la vida escandalosa del buen MJ, en sus cambios de color, pero también en la fragilidad de la vida, en lo fácil que es perderla. Apenas había escuchado días atrás que Michael se preparaba para una serie de conciertos en Inglaterra, no se la esperaba, no sabía que la muerte estaba respirando detrás de él.
Comencé a pensar en las grandes personalidades de la música que han muerto en los últimos años, y supuse que debió de ser bastante triste la noticia para los jóvenes de su época cuando perdieron al Rey Lagarto[2], o a Kurt Cobain. Inexplicablemente me sentí triste, pues la idea recurrente de la muerte estaba en mi cerebro, regresaba de un momento a otro y daba vueltas en mi cabeza como perro correteándose la cola.
Me sentía con miedo; con un miedo que me recorría los huesos aquel jueves fatídico, nunca debí de pensar en la fragilidad de la vida humana (bueh, de cualquier tipo de vida), pues ahora todas las personas que abordaban el camioncito me parecían asaltantes en potencia que de un momento a otro gritarían ¡Ora si hijos de la chingada, esto es un asalto!, o peor aún, tal vez abordaría en Naucalpan o sus alrededores un asesino serial de sangre muy fría y me bajaría del micro, me amarraría, me subiría a una camioneta blanca con rayones grises, me daría el tiro de gracia en la cabezota o mejor aún, de unas dos o tres puñaladas me abriría la panza para sacarme las tripas, guardar mi piel y después confeccionarse un bonito bolso de mano (muy a lo Ed Gein[3]). Por un momento pensé que cualquier galán que se subía esa tarde-noche al micro, tenía cara de Ted Bundy[4] y en una sucia treta acabaría con mi vida.
Me detuve a pensar por un momento que sería bueno que dejara de leer acerca de asesinos seriales. No, realmente me apasiona el tema. La paranoia es el precio que tengo que pagar por disfrutar de la lectura de las biografías de éstos torcidos personajes, que la mayoría de las veces, no son más que víctimas que posteriormente se convierten en victimarios.
Todo el camino estuve temerosa, pensando en que tenía que caminar todavía seis calles para llegar a mi casa cuando me bajara del micrito. Me baje del transporte y corrí para llegar sana y salva, para que no me alcanzara ningún Richard Ramírez[5]. Pensaba en los narco satánicos[6] y en lo triste que se pondrían mis papás si tuvieran que ir a reconocer mi cuerpo despedazado a la morgue del Ministerio Público. Por fin llegue. Sonreí mientras abría la puerta de mi casa, supongo que ese jueves no era mi día para morir, pero si lo fue de Michael Jackson.
Subí corriendo las escaleras de mi casa para intercambiar opiniones con mis papás acerca de la muerte de Jackson. Como era de esperarse ellos ya estaban enterados pues la noticia recorrió el mundo rápidamente gracias a los efectos globales de los medios de comunicación. Mi madre dijo “Yo si sentí feo, era un icono de la música y el mejor bailarín de sus tiempos” mi padre solamente se limito a decir “A mí me da igual” y yo me fui a mi cuarto diciéndome entre dientes “bueno, todavía nos queda Madonna”.
Al día siguiente de la muerte del Rey, me levanté temprano para descargar en mi aparatejo musical las pocas canciones que tengo en mi PC de Michael: Billie Jean, Smooth Criminal, Thriller, Stranger in Moscow y Black or White. De camino al conservatorio, me fui escuchando una y otra vez las canciones que alguna vez fueron éxitos mundiales (creo que aún lo son), y de repente volteaba hacia la ventanilla del camión y observaba en todos los puestos de periódicos fotografías en primera plana de MJ parado sobre las puntas de sus pies, fotografías haciendo el moonwalker.
El periódico “El Grafico”, mostraba solamente los pies de Michael y debajo se podía leer “ya bailó”. Llegué al Conservatorio y fue recibida con un “qué mal lo de Michael Jackson”, diferentes personas comentaban que la noche del día anterior se habían dedicado a escuchar los éxitos del disco “Thriller”, y otras tantas decían que de camino al Conservatorio inundaron su auto con las vibraciones de los mejores éxitos de éste gran artista. Me sorprendió la manera en la que les había tocado la muerte de un popero y me sentí reconfortada “a fin de cuentas, son víctimas de la cultura pop, aunque sean músicos de Conservatorio” pensé con una sonrisa de satisfacción en los labios.
Mi mejor amigo, un musicólogo, estaba triste y notablemente contrariado “es que ¿Por qué?” decía mientras sostenía sus fotocopias del Réquiem de Mozart que en unos minutos íbamos a analizar de la mano del Dr. Miranda, por un momento mi amigo de entraña insinuó que le dedicaba esta clase de análisis al réquiem a Michael Jackson. Mientras platicábamos rumbo a la sala 34, los comentarios de desaprobación hacia el rey del pop no se hicieron esperar, y es que una pianista afirmaba que él se opero para volverse blanco “no existe esa operación, Michael estaba enfermo” dijo mi amigo con un tono de defensor de los muertos y se volvió hacia mí con una mirada de genuina tristeza.
Llegamos a la sala y nos perdimos entre las notas del Réquiem, entre la estructura, entre los mitos que lo rodean y al menos yo, por unas cuantas horas, removí de mi cabeza a Michael, a la idea de la muerte en un microbús, y el temor de los asesinos en serie que me acechan en cada esquina y de los cuáles puedo escapar gracias a mi conocimiento del tema. Disfruté el Réquiem.
Y es que no yo era una gran fan de Michael Jackson, lo confieso, pero en cuanto a mi generación respecta, crecí escuchando el pegajoso beat de billie jean, también me espante en repetidas ocasiones viendo el video de la sobrevalorada Thriller en Mtv y me ponía los pelos de punta la macabra voz de Vincent Price diciendo por encima del ritmo ochentero de la canción: “Darkness falls across the land, the midnight hour is close at the hand, creatures crawl in search for blood…”, y ¡cómo no!, también llegue a coleccionar los vasos de pepsi del tour “Dangerous” (según mi tía Silvia, ella correteaba el camión de la pepsi junto con su comadre para poder intercambiar las fichas y taparroscas por los enormes vasos). Como olvidar el tema de Liberen a Willy, y por supuesto, crecí con la ilusión de alguna vez corretear por los jardines de Neverland.
Ahora solo basta esperar a que la noticia se difumine de la sociedad, pero sé que un icono de la magnitud del Rey del Pop no saldrá de la cultura nunca. Siempre se recordaran sus escándalos y su música por igual. Solo basta despedir al Rey, a sabiendas de que nunca nadie llegara a ese nivel, y es que solamente una estrella de ese tamaño se atrevió a ponerse calcetas blancas y anchas con pantalones de vestir negros y zapatos de charol brillantes.
Muerto el Rey ¡Viva el Rey!
Hasta Siempre Michael Jackson, Rey del Pop. (1958-2009)


Monserrat Espín
30/09/2009

[1] Director del Conservatorio Nacional de Música de México.
[2] Jim Morrison. Vocalista del grupo The Doors
[3] Asesino en serie que gustaba de despellejar a sus víctimas para poder confeccionarse ropa de mujer con ésta piel removida y mal oliente. Este personaje ha inspirado demasiadas películas de ficción hollywoodenses, como “El silencio de los inocentes”, “La masacre de Texas” y la novela “Psicosis” de Alfred Hitchock, que posteriormente fue llevada a la pantalla grande.
[4] Gracias a éste asesino se utilizo por primera vez el término Asesino Serial (o en serie). Gracias a su aspecto de galán, engañaba a mujeres para poder violarles y posteriormente estrangularlas, apuñalarlas o matarlas a golpes.
[5] Este asesino, afirmaba tener pactos con satanás, y por ello asesinaba a sangre fría. Pensaba que nunca lo aprehenderían gracias al poder que patas de cabra le había proveído. También le conocían como el Night Stalker (el merodeador nocturno)
[6] Secta de narcotraficantes que realizaban sacrificios humanos.

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